FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE ALGUNAS URBES.
El 28 de agosto de 1534, el conquistador español, Diego de Almagro, ‘fundó’ la Villa de San Francisco de Quito en las inmediaciones de la laguna de Colta (Chimborazo). Lo que entonces se denominó ‘fundación’ no fue más que un acto burocrático, un ritual jurídico, a través del cual la corona española tomó posesión por la fuerza de la principal ciudad inca de los Andes Equinocciales y uno de los centros más sagrados del Tahuantinsuyo. La idea de ‘fundar’, en este caso, no podía ser sinónimo de crear o inaugurar, porque no marcó la génesis o el inicio desde la nada de una ciudad, simplemente porque esta ya existía. La ‘fundación’ española de Quito solo fue una maniobra política y militar que consagró su ocupación. La ciudad fue levantada, probablemente en el último tercio del s. XV, en el emplazamiento que hoy llamamos Centro Histórico, por los incas, liderados por Túpac Yupanqui. Para los hijos del sol, el paraje escogido fue una revelación de los dioses, no un hallazgo de los hombres.
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